Habitualmente la vida se nos presenta como un reto constante. Pruebas que vienen y van, y miden nuestra fuerza, nuestra entereza, nuestra valía, nuestra capacidad para levantarnos una y otra vez… El motivo de que no me hayáis visto por aquí en los últimos meses es que me he encontrado inmersa en una de estas batallas tan frecuentes. He tenido que volver al trabajo sin encontrarme recuperada, o al menos lo suficiente como para poder hacerlo bien y sin consecuencias para mi salud. No voy a ir más allá en toda esta historia, porque aquí venimos a cocinar y a comer, pero quería que supierais el por qué de mi abandono. Para mí ha sido harto difícil, ya que desde que comenzó toda esta aventura ha supuesto una inyección extra de felicidad en mi vida; pero si no me encontraba con energía suficiente para la «faena» diaria, menos aún para continuar manteniendo activo el blog. Ahora que desde hace un tiempo he conseguido otro pequeño respiro intentaré aprovecharlo para reconciliarme con todos vosotros.

Hace unos días descubrí en el canal de YouTube de la bloguera Alma Obregón la receta que os traigo hoy. Desde hace un tiempo esta repostera de la que ya os he hablado en otras ocasiones, y que es una apasionada de la pastelería americana, comenzó una revolución en sus hábitos de vida, sobre todo a raíz de su afición por el running y el nacimiento de su primer hijo. Como ella misma ha comentado en las redes sociales, durante su juventud sufrió problemas graves con la alimentación; unas dificultades que logró superar gracias a su pasión por la cocina entre otros motivos. Ahora está yendo un paso más allá y ha comenzado a introducir cambios llamativos en las recetas que propone habitualmente a sus seguidores empleando azúcares sin refinar o sustitutivos más saludables, harinas integrales, opciones para celiacos y otras intolerancias, leches vegetales, grasas ricas en omega 6…

Las inquietudes entre la población cambian a un ritmo vertiginoso y las referentes a la alimentación no se están quedando atrás. Yo misma tengo montones de libros en mi biblioteca de cocina que ya apenas uso, o al menos para “todos los días”, porque mis necesidades también han cambiado. Gracias a que esta revolución crece como la espuma tenemos multitud de fuentes bibliográficas, televisivas y en la red para calmar nuestras ansias de saber más acerca de lo que comemos y de como mejorarlo.

Os dejo con esta maravilla dulce, de la que jamás adivinaríais su ingrediente principal, y con la que os estaréis cuidando y disfrutando cual enano al mismo tiempo.

INGREDIENTES (para 2-3 raciones)

• 1 aguacate grande o dos pequeños
• 50 ml de sirope de agave (o miel natural)
• 20 gr aceite de coco
• 20 gr de cacao puro en polvo
• 30 ml de leche vegetal

PREPARACIÓN

Poner todos los ingredientes en el vaso de la batidora, el vaso americano o el robot de cocina y triturar hasta conseguir una mezcla espesa pero homogénea. Servir en vasitos individuales y refrigerar al menos durante una hora. Se puede decorar con frutos secos picaditos, fruta fresca, por ejemplo frutos rojos, o lo que más os guste. Bon appétit!